martes, 13 de septiembre de 2011

Lona, Corina

 

Educadora y benefactora. Nacida en Metán (Salta), el domingo 21 de agosto de 1887, hija de don Enrique Lona y de doña Petrona Sierra, cuyos antepasados figuran entre los fundadores de su ciudad natal por línea materna. El acta de su bautismo expresa: “En esta iglesia parroquial de San José de Metán a días del mes de septiembre del año del Señor de mil ochocientos ochenta y siete, yo el cura interino de esta parroquia bauticé solemnemente, puse óleo y chrisma a una niña nacida el día 21 del mes anterior hija legítima don Enrique Lona y Petrona Sierra vecinos de este pueblo, a la cual puse por nombre Corina. Fueron sus padrinos don Aniceto Latorre y su esposa doña Lorenza Arias de la Corte, de Salta, representada por don Francisco Sierra y doña Inés Saravia, a quienes instruí sobre el parentesco espiritual con la recién bautizada y con los padres de esta y de las obligaciones que como tales padrinos contraían y para que conste lo firmo. Presbítero Manuel Valverde.”
  
Fueron sus abuelos paternos don Ferdinand Lona y doña Marie Iacomet, franceses, y los maternos don Guillermo Sierra y doña Inés Saravia. Su bisabuelo, don José Manuel Saravia, fue el último Gobernador de Salta en la época de Rosas y su bisabuela, doña Tránsito de Latorre era hija del general Latorre. El ciclo primario lo traspuso en la escuela Domingo Faustino Sarmiento, de la ciudad de Salta, para luego trasladarse a la vecina ciudad de Tucumán a fin de cursar en la Escuela de Profesores Domingo F. Sarmiento, adscripta a la Universidad Nacional de Tucumán, hasta obtener el título de maestra, a los 17 años. De regreso a la capital salteña, por coincidencia, se inició en la docencia como maestra precisamente en la escuela Domingo F. Sarmiento donde sorbiera las primeras letras. Trasladada posteriormente a la escuela Bernardino Rivadavia, también de la ciudad de Salta, permaneció en la misma hasta su jubilación (1937) habiendo alcanzado a ocupar, por ascenso, la vice dirección del establecimiento. En un periplo realizado por Europa en 1929, viajando por Francia y España, se enfrentó con la tremenda realidad de la gran cantidad de ciegos que habían perdido su vista como consecuencia de los estragos de la guerra mundial. Tocada profundamente encontró el aliciente para su vida futura en oportunidad de visitar institutos especializados en las técnicas de la enseñanza y conducción de no videntes. Imbuido su espíritu caritativo de lo que podía hacer en nuestro medio, despertó su vocación protectora hacia aquellos privados de la vista.

De regreso a Salta, y con la aprobación de sus superiores, se trasladó a Buenos Aires donde aprendió el sistema Braille y de regreso, otra vez, se abocó a la tarea de educar niños ciegos en la propia escuela Bernardino Rivadavia, tomando para ello sus horas de descanso, hasta que formalmente inició su acción educativa de no videntes el 21 de abril de 1930, fundando la Escuela de Ciegos, la que funcionó en Alberdi 314, con mínimas comodidades pagando ella misma el alquiler de su propio peculio. Vale la pena recordar el primer plantel de colaboradoras -también sus fundadoras-, para la enseñanza de tareas y conocimientos destinado a los no videntes: Mercedes Sosa Lavin, labores; María Teresa S. de Sylvester y Sarita Rodríguez Munizaga, en trabajos prácticos; María Luisa Prieto de Touján, profesora de guitarra, y la colaboración especial del profesor José Bonelli, en violín.
Este es solo el principio de su obra ya que en 1953 la ve concretar, disponiendo que un terreno donado por la familia Durand, ubicado en las estribaciones del cerro San Bernardo, se convirtiera en la sede actual del Hogar Escuela para Ciegos Corina Lona. La piedra fundamental se colocó en 1953 y fue inaugurado en 1954.

La señora doña Corina Lona se había acogido a los beneficios de la jubilación en enero de 1938. Pero las necesidades también crecían progresivamente obligándola a solicitar el apoyo oficial hasta que años más tarde, el gobernador doctor don Ricardo Durand le hizo construir un edificio adecuado, proyectado expresamente para servir de Hogar Escuela, y al cual se mudara la pequeña colonia, en 1955, demostrando bien pronto su capacidad de asimilación al punto de constituirse en modelo de organización y una avanzada entre sus similares, ya que no sólo se imparte conocimientos generales sino que todos aprenden diversos oficios manuales con lo que sufragan, en parte, su propia manutención.

En mérito a la humanitaria labor de doña Corina Lona, se le ofreció en el año 1953 un homenaje en el Teatro Victoria, organizado por la sociedad El Círculo de la ciudad de Salta, quien premió su obra con Medalla de Oro, en la que el poeta don Manuel J. Castilla escribiera esta dedicatoria: La luz que has buscado te ha acercado a Dios. En la revista Hacia la luz, editada en Buenos Aires en mayo de 1954 por el Patronato Nacional de Ciegos, su director, don Manuel Laurora, escribió un artículo sobre la obra de la benefactora salteña en los siguientes términos:
“Desde hace algunos meses los diarios de Salta informan de la exitosa campaña que se viene realizando con el propósito de reunir fondos destinados a la construcción de la “Escuela Hogar para ciegos”, debidamente dotada de las comodidades e instalaciones adecuadas. La labor que se lleva a cabo en tal sentido y que cuenta con el auspicio y el apoyo del Gobernador de la Provincia, es la consecuencia de la meritoria acción que cumple, desde hace aproximadamente hace cinco lustros, la señorita Corina Lona en pro de los no videntes salteños. Como se recordará la señorita Lona fundó allí la primera escuela para ciegos, sostenida durante mucho tiempo con su propio peculio y la colaboración de los simpatizantes de su obra, desarrollando en ella una generosa y abnegada tarea asistencial y educativa.
“El nombre de Corina Lona está inscripto ya en letras áureas en el historial de la beneficencia y el humanismo salteño. Su obra surgió hace más de un cuarto de siglo, con la humildad con que surgen las obras destinadas a perpetuarse indefinidamente ¿dificultades?, enormes e insalvables fueron solo sorteadas a fuerza de amor, de abnegación y de sacrificios incontables. Nada había y todo estaba por hacer. Hasta hubo que vencer la indiferencia del ambiente. Entre tanto, la pequeña escuelita ha ido creciendo: de ella han egresado hombres y mujeres útiles para la sociedad. Hoy la escuela de la señorita Lona es ya toda una institución en Salta. Con el apoyo del Gobierno y de todo el pueblo se está levantando su edificio propio en las faldas del cerro San Bernardo. Esta escuela por disposición del Gobernador doctor Ricardo Durand, llevará el nombre de “Corina Lona”, en homenaje a la altruista docente que entregó su vida al servicio del bien.”

Asimismo, en 1963, y el Rotary Club, también de Salta, le confirió el Premio al Servicio Distinguido por su dedicación a los no videntes. Por su parte el gobierno de la provincia destina, anualmente, una partida para el mantenimiento de los talleres y subvención de los profesores con que cuenta el establecimiento.

Doña Corina Lona dejó este mundo el jueves 23 de enero de 1964 habiendo fallecido rodeada de sus “queridos hijos” -como ella llamaba a los internos- en el mismo Hogar Escuela que, a partir de entonces, se denomina con el nombre de su fundadora y en cuya entrada el Club de Leones de Salta le hizo emplazar un busto recordatorio. El gobierno de la provincia decretó honras fúnebres con motivo del fallecimiento de esta benemérita dama. Para recordar su memoria dos escuelas provinciales llevan también su nombre, una en Orán y la otra en Metán, su tierra natal.
El doctor Julio Díaz Villalba, poeta y hombre de letras, dedicó a la memoria de la difunta doña Corina Lona este sentido soneto:

Corina lona, ángel de martirio / señora de lo humilde y lo pequeño / donde se afincaba el mal, allí tu empeño / y en toda lobreguez, tu flor de lirio.

La silenciosa llama de tu sirio / consumiéndose sin paz, tregua ni sueño / prieto tu corazón junto al isleño / mundo, hecho dolor, hecho martirio.

Abatidas las rosas de tus manos, / esos ciegos, tus huérfanos hermanos, / se agolpan alrededor de tus despojos.

Y comprendiendo la tragedia cierta / prefieren no mirar a verte muerta / mientras tu luz adentrase a sus ojos.

Sin duda que esta generosa mujer, que podría haber dedicado su vida al hogar tal como lo hicieron muchas otras casándose, con hijos, nietos, etcétera, prefirió sacrificar todo ello en pos de los invidentes. ¿Trae cada uno su destino marcado?, si no es así, cada ser lo busca. Su viaje por los países de Europa marcaría para siempre su futuro de luz para el prójimo, para esa legión de varones y mujeres, chicos y grandes, privados de apreciar visualmente lo que es común y diario para nosotros.

Ella interpretó fielmente aquel pensamiento de Helen Keller: No hay camino más hermoso para agradecer a Dios la luz, que tender una mano a alguien en la tiniebla. Doña Corina Lona integra ese núcleo de privilegiadas mujeres qué, sacrificándose ellas, posibilitan ser felices a muchos. Todo, a cambio de permanecer en la memoria del pueblo como desinteresadas benefactoras, como sencilla recompensa a sus afanes. Pero, ¿dedicaron todas sus vidas buscando éste halago póstumo?

2 comentarios:

  1. Biografia . de Roberto Vitry de Corina Lona

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  2. Adniro a tan grande educadora, mujer y de corazon de madre para con sus niños y jóvenes q hoy agradecen su camino

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