domingo, 9 de junio de 2013

Jerónimo de Matorras y la Virgen del Milagro

por Roberto G. Vitry.
 
Hace 233 años la ciudad de Salta fue el escenario de un curioso pacto. El mismo se celebró -en la intimidad de la fe- entre el flamante Gobernador del Tucumán, don Jerónimo de Matorras, y la Virgen del Milagro en la vieja iglesia Matriz. Allí, en la soledad del desaparecido templo, Matorras se puso bajo la protección de la patrona de los salteños, firmando para ello un documento que depositó en el nicho del altar, en el cual le solicitaba a la patrona tutelar de Salta le permitiera gobernar sin problemas durante los cinco años de su mandato, en un hecho inusual, aunque no desconocido por entonces en el mundo.

El 12 de febrero de 1779, “el doctor don Gabriel Gómez Recio, cura rector más antiguo de esta Santa Iglesia Matriz, Examinador Sinodal de este Obispado, Juez de Diezmos, Comisario del Santo Oficio de la Inquisición, Vicario Foráneo, Juez Eclesiástico de esta ciudad de Salta”, se dirigía al Juez Privativo de Residencia, don Eugenio Balza de Berganza, para hacerle saber que con relación al señor don Gerónimo de Matorras, “Gobernador y Capitán General que fue de esta provincia del Tucumán, como se acaba de encontrar en el nicho del altar, donde se halla colocada la Santísima Virgen María del Milagro, que se venera en esta Santa Iglesia Matriz de Salta el memorial que a éste acompaña firmado por dicho señor don Jerónimo de Matorras, en el que suplica a la Soberana Reina, le concediese la continuación en este Gobierno por los cinco años según se le concedió por el Rey, sin que sea depuesto de él, ni en la Corte, ni por el Virrey y que si su súplica le fuese concedida daría cien pesos para que se hallare más conveniente al culto de la Santa Iglesia y ser un año su mayordomo, y hacer la Fiesta, con la mayor solemnidad a dicha imagen, y promover sus cultos, fundando la Cofradía a su mayor devoción, como así se expresa en dicho memorial”, expresaba en la primera parte del documento el doctor Gómez Recio. Más adelante proseguía manifestando que “habiéndose verificado la dicha promesa, pues no sólo fue depuesto… sino es que continuó en él después de cumplir los citados cinco años, porque había sido propuesto en él, hasta que falleció…”, por lo que el doctor Gómez Recio no sólo solicitaba los cien pesos prometidos, sino también “exhiban la cantidad de pesos que se considerase se pueden gastar en hacer su fiesta con la mayor solemnidad un año como así lo prometió el expresado difunto don Jerónimo de Matorras…”, según un documento que se conserva en el archivo del Arzobispado de Salta.

La rendición del cacique Payquín

  Jerónimo de Matorras fue designado gobernador y capitán general del Tucumán en 1769, año en el que se efectuó la promesa a la Virgen del Milagro. Instalado con su gobierno en la ciudad de Salta (tal como lo hicieron en su mayoría los gobernadores del Tucumán), en 1774, Matorras emprendió su entrada al Chaco, para lo cual recorrió 1.200 kilómetros, con el fin de pacificar a las tribus tobas y mocovíes. Quince kilómetros antes de La Cangayé, encontró las ruinas del Fuerte que había sido levantado allí en 1570, Ángelo de Peredo. Matorras había recobrado doscientas cuarentas leguas hasta ese lugar. Allí se reunió con Caciques de las tribus Tobas y Mocovíes bajo el mando del famoso Cacique Payquín, celebrando las paces y su sometimiento al Rey de España. De aquel histórico momento con el cacique Payquín, cuando éste se sometía al Rey de España, celebrando las paces, quedó el cuadro pintado por Tomás Cabrera y que el artista llevara a la tela, precisamente en 1774, a poco de regresar del Chaco. Cabrera, para plasmar la famosa pintura, tuvo como mecenas a la millonaria salteña doña Lorenza de la Cámara, una de las mujeres más rica en la historia de Salta y que fuera la permanente protectora del afamado pintor del cual sólo se conoce esta obra que se encuentra en el Museo Histórico Nacional, en Buenos Aires.

Una personalidad alucinante.

La vida de Jerónimo de Matorras se presenta con perfiles realmente alucinantes, digna de un profundo estudio. Un axioma popular expresa “no es fanfarrón quien quiere, sino quien puede”. Nacido en Santander, en 1720, ya en 1750 se instalaba en Buenos Aires. Era Coronel del Regimiento de Nobleza de Buenos Aires, un título honorífico, pues no era militar. Había desembarcado con un valioso lote de mercaderías, con lo cual obtuvo una fortuna, lo que le permitió obtener una honrosa posición pública con sólo 30 años de edad. Ocupó varios puestos, municipales y reales, desempeñando correctamente los mismos. En 1760, al celebrarse el juramento del Rey Carlos lll, mandó a acuñar de su peculio las medallas conmemorativas. Deseando ser nombrado Gobernador del Tucumán, con el fin de pacificar y evangelizar a los indios del Chaco, celebró en 1767 un contrato con la Corte de España, debiendo depositar 12.000 pesos y una fianza de 50.000, por el cargo. A su regreso de España se le había concedido permiso para viajar con su prima Gregoria Matorras, convertida unos años más tarde en madre del Libertador José de San Martín. No obstante la oposición del gobernador Bucarelli, Matorras obtuvo la providencia del Virrey del Perú, para asumir el cargo.

Su muerte lejos de Salta.

Jerónimo de Matorras se encontraba trabajando en la reconstrucción de la capilla de la reducción de San Joaquín de Orquera, en el interior de Salta, cuando contrajo una fiebre desconocida que le causó la muerte en 1775. Con sólo 55 años de edad, y casi siete ejerciendo la Gobernación del Tucumán, Matorras dejó tras de sí una interesante estela, la de una personalidad forjada con fuertes tintes de determinación, audacia y fe. Pocos gobernantes son los que pueden exhibir estos atributos, los de prometer y cumplir, no sólo con someter a los indios como se había propuesto, sino de lograr la pacificación de las tribus, tan importante para esos lejanos tiempos. (Diario El Tribuno, Salta, martes 15 de septiembre de 1998) Don Jerónimo de Matorras, gobernador del Tucumán y residente en la ciudad de Salta, “nació en Lameo, Obispado del León, España. Fueron sus padres don Andrés de Matorras y doña Ana de Cires. Contrajo matrimonio en la ciudad de Buenos Aires el 24 de abril de 1753 con doña Manuela de Larrazábal, hija de don Antonio de Larrazábal y doña Agustina Avellaneda (viuda de José Fernández). Firmaron como testigos don Antonio de Larrazábal y doña Juana María de Larrazábal. No registra descendencia. (“Aportes biogenealógicos para un Padrón de habitantes del Río de la Plata”, por Hugo Fernández de Burzaco)

(Nota del autor: Este artículo periodístico fue actualizado en la ciudad de Salta el miércoles 28 de noviembre de 2012, año en que Salta celebró el 430 aniversario de su fundación.)

No hay comentarios:

Publicar un comentario